Human Rights Watch HRW Kenneth Roth sanctions regime change

Human Rights Watch cabildea por sanciones letales contra Nicaragua y Venezuela, mientras arrecia la crisis de Covid-19


Human Rights Watch está orgullosamente asumiendo el crédito por sanciones devastadoras contra Nicaragua, mientras busca escalar la guerra económica en Venezuela. The Grayzone investigó el brazo de “derechos humanos” del imperio estadounidense.

Por Benjamín Norton

Traducido por Diego Sequera

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Human Rights Watch, la supuesta organización de derechos humanos más importante en los Estados Unidos, ha hecho lobby activamente para que Washington imponga sanciones asfixiantes a gobiernos de izquierda en América Latina. El grupo incluso ha alabado a la administración de Donald Trump por redoblar en sus medidas de cambio de régimen agresivamente desestablizadoras.

ONGs como Human Rights Watch (el “Observatorio de Derechos Humanos,” o HRW) presenta a las sanciones como una alternativa mucho más aceptable que la acción militar, aunque ampliamente reconocidas por expertos en legislación internacional como una forma de guerra económica que ha llevado a la muerte de miles de civiles, destruyendo los modos de vida a incontables personas, y devastando la economía naciones enteras.

Mientras la pandemia del coronavirus se esparce en el planeta, operadores de HRW se abrogaron el crédito de las nuevas sanciones que la administración Trump impuso sobre el gobierno democráticamente electo de Nicaragua. Entre aquellos que estaban aupando la escalada de la guerra económica estaba el gerente de desarrollo y participación de HRW Australia, Stephanie McLennan, quien trinó que una nueva ronda de sanciones eran “¡buenas noticias!”.

Las sanciones unilaterales están diseñadas para paralizar la economía de los países cuyos gobiernos están siendo objetivo para el cambio de régimen, aislándolos del sistema financiero (dominado por los Estados Unidos) y castigando a toda la población civil, privándola de los derechos humanos fundamentales para que Washington pueda instalar un régimen más amistoso. El gobierno de Estados Unidos rutinariamente implementa estas medidas coercitivas sin el apoyo de las Naciones Unidas u otros organismos internacionales.

En vez de cuestionar la guerra económica unilateral librada por Estados Unidos en todo el planeta, HRW se otorga el crédito por la esclada en el asalto de Washington contra Nicaragua, y en el mismo momento en el que el pequeño país de 6 millones de habitantes pelea contra el brote letal de Covid-19, además de un arduo proceso de paz y reconciliación.

En 2018, la administración Trump apoyó un sangriento intento de golpe de estado en Nicaragua, en el que extremistas de derecha dispararon, torturaron y asesinaron a fuerzas de seguridad del estado y activistas sandinistas, incendiando edificios y personas, con la esperanza de desestabilizar al gobierno. Cuando el putsch quedaba en nada, grupos de oposición financiados por el gobierno de los Estados Unidos pasaron a las sanciones y la guerra económica como la próxima arma en el arsenal del cambio de régimen.

Supuestas organizaciones de “derechos humanos” en Nicaragua, que colaboraron con la oposición de derecha, desempeñaron un papel importante en la intentona golpista, promoviendo estadísticas fabricadas y extravagantes que luego fueron vigorosamente regurgitadas por medios corporativos y ONGs como HRW.

El apoyo acérrimo de HRW a las sanciones estadounidenses claramente demuestra cómo el grupo ha sido instrumentalizado como un brazo de presión de los Estados Unidos contra los estados independientes del Sur Global, en particular los socialistas. ONGs como HRW proveen de cobertura a la guerra económica, evitando que países como Nicaragua se reconstruyan y curen las divisiones sociales que fueron exacerbadas mediante sucesivas campañas de desestabilización apoyadas por Estados Unidos.

La misma estrategia es evidente en Venezuela, otro país de izquierda en América Latina siendo objeto de un intento de golpe de los Estados Unidos en proceso. Habiendo pasado más de una década demonizando al país, que ya se encuentra bajo un bloqueo ilegal y multilateral que ha causado la muerte de al menos 40.000 civiles, y quizás hasta 100.000.

Académicos y expertos independientes de derechos humanos han criticado desde hace tiempo a HRW por su descarada doble moral contra Venezuela. En 2008, luego de una ola de sabotaje y violencia perpetrada por la oposición (apoyada por Estados Unidos), HRW publicó un extenso informe donde se hacía eco de las acusaciones que acríticamente y sin sustanciar promovían activistas de derecha como supuestos hechos, mientras que sistemáticamente le lavaba la cara a sus acciones violentas. El dudoso informe provocó que más de 100 académicos firmaran una carta abierta destrozando a HRW por su fracaso en alcanzar “los estándares mínimos de erudición, imparcialidad, precisión y credibilidad”.

El director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, ha dirigido la carga por más sanciones contra Nicaragua y Venezuela. Sus súplicas por un escalamiento en la guerra económica estadounidense ha sido ruidosamente amplificadas por José Miguel Vivanco, el director de la división de las Américas de HRW.

Vivanco es un aliado cercano a las fuerzas de oposición de derecha en América Latina, y es famoso por avanzar las posiciones más maximalistas posibles bajo la guisa de preocupaciones por los derechos humanos. Virtualmente rechaza cualquier esfuerzo en negociaciones con los estados de izquierda que pudieran involucrar a la “Troika de la Tiranía” de la administración Trump, insistiendo en que las sanciones son “el único lenguaje que entienden”.

Vivanco ha derramado océanos de tinta cabildeando en el Congreso estadounidense para que haga caer el martillo económico contra los restantes gobiernos socialistas en América Latina. Este comportamiento es parte integral de la misión histórica de HRW de desestabilizar prácticamente a cualquier gobierno que el Departamento de Estado considere que no es lo suficientemente democrático, y hacerlo tras el velo performativo de estar preocupado por los oprimidos.

HRW, un grupo de “derechos humanos” que apoya golpes de estado financiado por un viejo multimillonario, soldado de la Guerra Fría

Desde los días de su fundación, HRW ha funcionado como una puerta giratoria entre el sector de las ONGs y el gobierno de los Estados Unidos. Repetidamente ha rechazado el oponerse a las guerras e intervenciones militares estadounidenses, y ha expuesto una doble moral clara hacia los aliados de Washington, mientras se fija obsesivamente en las supuestas fechorías de las naciones independientes apuntadas por los Estados Unidos.

HRW fue fundada en el clímax de la Guerra Fría como Helsinki Watch, un grupo de cabildeo anti-soviético cercanamente vinculado al gobierno de los Estados Unidos y financiado por la Ford Foundation, que funcionaba como intermediario de la CIA.

Ken Roth ha dirigido HRW por 27 años: mucho más tiempo que la mayoría de los líderes a los que acusa de dictadores. Habiendo comenzado su carrera como fiscal federal en el Distrito Sur de Nueva York, Roth nunca se ha desviado mucho de la agenda de política exterior de los Estados Unidos.

Roth apoyó el golpe de extrema derecha en Bolivia en noviembre de 2019, y a continuación minimizó la masacre de la junta contra manifestantes indígenas. En 2011, escribió un artículo de opinión glorificando la doctrina de “responsabilidad para proteger”, que sostiene que Estados Unidos y sus aliados deben despachar a sus ejércitos para destruir a los gobiernos que supuestamente amenazan a su población civil. Desplegó la delgada cobertura de la conquista imperial para justificar la intervención militar de la OTAN en Libia, que transformó al otrora país próspero en un estado fallido que se volvió hogar de mercados esclavistas a cielo abierto.

Este enero, Roth ayudó a justificar la ejecución extrajudicial de la administración Trump del general iraní Qassem Soleimani, un descarado acto de guerra que por poco sume a la región en un conflicto catastrófico. En meses recientes, ha llevado su resentimiento de larga data contra el gobierno chino a niveles desquiciados, vinculando a Beijing con la Alemania Nazi y promoviendo un video fake de un curso de efectos especiales donde, decía, se trataba de “robots asesinos” chinos.

Todo esto mientras la organización de Roth se ha promocionado a sí misma como una defensora de los derechos humanos noble y absolutamente imparcial. Esta falsa campaña de branding global fue posible gracias a un subsidio de 100 millones de dólares entregado por el multimillonario anticomunista George Soros. Soros es el financista clave de la industria del cambio de régimen, un entusiasta de la guerra fría que trabajó cercano a los Estados Unidos y Europa occidental para ayudar en el derrocamiento de gobiernos de orientación socialista en Europa oriental mediante una serie de “revoluciones de colores”, privatizar sus economías, e integrar a los nuevos estados capitalistas en la Unión Europea y la OTAN.

David Ignatious, del Washington Post, en 1991 definió a Soros como una figura clave entre una camarilla de “operadores al descubierto” que “han estado haciendo en público lo que la CIA solía hacer en privado: suministrando dinero y apoyo moral a grupos pro-democracia, entrenando a combatientes de la resistencia y trabajando para subvertir gobiernos comunistas”.

Mientras que Soros se ha convertido en una suerte de coco para la derecha, atacado con teorías de la conspiración inanes y críticas envenenadas antisemitas, el oligarca le ha ofrecido amplia cobertura a fuerzas de centro-izquierda en todo occidente para financiar operaciones de cambio de régimen pro-neoliberales.

Uno de los co-fundadores de HRW, Aryeh Neier, pasó a convertirse en el presidente de la Open Society Foundations de Soros. Otro co-fundador, Robert L. Bernstein, le confirió casi todo el crédito a Neier en la génesis de la organización, escribiendo en sus memorias que “sería difícil sobrestimar el papel que Aryeh Neier ha tenido en el desarrollo de HRW”.

Como Roth, el patrocinante milmillonario de HRW ha asumido una posición de línea dura contra China, definiéndola como un “peligro mortal” a las democracias capitalistas neoliberales, canalizando fondos a grupos que intenten debilitar o desestabilizar a Beijing y sacar del poder al Partido Comunista.

El grupo de derechos humanos preferido de Wall Street habla por sus patrones millonarios

Gracias al generoso patrocinio de oligarcas como Soros, operadores de HRW se codean con colegas de la elite de la organización en su opulenta oficina en el Empire State de la ciudad de Nueva York. Desde esa sede ostentosa, miran hacia abajo desde los tres pisos enteros mientras traman el subirle la temperatura a gobiernos extranjeros que consideran “autoritarios”.

De hecho, el Empire State honró a estos inquilinos en 2013 al prender una “luz azul brillante en honor a Human Rights Watch”. Cuatro años antes, un funcionario de HRW envió una carta abierta indignado a la administración del edificio condenándolo por su decisión de conmemorar el 60 aniversario de la fundación de la República Popular China.

La orientación política neoliberal de HRW refleja la ideología de sus sponsors millonarios. El grupo tiene un entendimiento limitado de los derechos humanos que excluye el derecho de los pueblos colonizados de resistir por la fuerza al ocupante o el derecho de los trabajadores para organizarse y formar un sindicato.

HRW mantiene en silencio su preocupación por la población del Norte Global, diciendo mucho menos sobre los afroamericanos brutalizados y asesinados por la policía que lo que lo hace sobre la represión de participantes en revoluciones de colores apoyadas por la OTAN en Europa oriental.

Mientras socava activamente gobiernos socialistas y sus bases obreras, HRW ha colaborado de cerca con las corporaciones estadounidenses. De hecho, en marzo de 2018 celebró su 40 aniversario al hacer sonar la campana que abre la actividad de la bolsa del NASDAQ.

“En HRW sabemos que los negocios prosperan donde son protegidos los derechos humanos y el imperio de la ley” tuiteó Minky Worden, su director de iniciativas globales, sin una pizca de ironía.

Soros no es el único milmillonario firmando cheques para HRW. El grupo ha sido objeto de críticas por recibir enormes sumas de dinero de un oligarca saudí como soborno luego de documentar el abuso a sus empleados. Ken Roth personalmente supervisó el subsidio de 470.000 dólares del oligarca saudita, y aceptó la responsabilidad por la decisión altamente cuestionable sólo luego de que fuera expuesto públicamente.

Mientras en ocasiones los conservadores atacan a HRW por sus vínculos con organizaciones liberales y sus críticas a las atrocidades israelíes en los territorios palestinos ilegalmente ocupados, HRW le rindió tributo a uno de los senadores más militaristas que alguna vez haya prestado servicio en el Congreso.

Cuando murió el senador John McCain en 2018, HRW ensalzó al político Republicano, un incondicional de las guerras de agresión estadounidense, como una “voz compasiva” cuyo legado estaba definida por su supuesta “defensa de los derechos humanos”.

En el mismo estilo, HRW se negó a oponerse a la invasión de Irak, que fue descaradamente ilegal bajo la legislación internacional. (Sólo luego de que iniciara la guerra fue que la ONG finalmente se manifestó, cuando ya era seguro, y garantizado que no tendría ningún impacto tangible).

Igualmente, HRW ha declinado repetidamente a hacer un llamado al fin de la guerra saudita contra Yemen (apoyada por los Estados Unidos), incluso mientras ha sido documentado que las fuerzas saudíes han cometido atrocidades en ese país.

Mientras se hace minúsculo a oponerse abiertamente a las guerras de cambio de régimen de Washington, HRW hace lobby activo por que los Estados Unidos y otros gobiernos occidentales le impongan sanciones a países que ellos alegan que violan derechos.

HRW insiste en que las sanciones por las que cabildea no afectarán a los civiles porque “apuntan” contra funcionarios e instituciones del gobierno. La mejor evidencia para desmontar esta acusación es la realidad de los habitantes de Venezuela e Irán, donde las sanciones estadounidenses le han vuelto la vida un infierno a la mayoría de la población, en especial a los pobres, al aislar estos países del sistema financiero internacional, restringiéndole de los activos que necesitan para importar alimentos, medicina, y equipos médicos.

E incluso cuando, en casos muy poco frecuentes, HRW reconoce el impacto destructivo de las sanciones, como una vez lo hizo en un informe sobre Irán, se ha contenido expresamente de llamar al fin de las sanciones. En lugar de oponerse por principio, simplemente ha criticado la forma en la que son implementadas, exigiendo “aclaraciones” sobre medidas que ya existen.

Mientras tanto, paralelo a cabildear por sanciones más agresivas contra los enemigos oficiales de Washington, no ha demostrado una fracción de esa misma preocupación por los regímenes represivos, de derecha, apoyados por los Estados Unidos. HRW esporádicamente realiza un informe sobre los abusos de estos países, pero no de forma consistente.

HRW Jose Miguel Vivanco Luis Almagro OAS
José Miguel Vivanco, director de la división de las Americas de Human Rights Watch Americas, con Luis Almagro, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA)

HRW alaba a la administración Trump por imponerle a Nicaragua las sanciones por las que hizo lobby

La administración Trump se ha dedicado a derrocar al gobierno sandinista democráticamente electo en Nicaragua, prestando apoyo a un intento violento de golpe de estado en 2018, definiendo al pequeño país como una supuesta “amenaza a la seguridad nacional” e imponiendo varias rondas de sanciones, mismas que han paralizado la economía e impactado de forma desproporcionada en la clase pobre y trabajadora.

El 5 de marzo, la Casa Blanca golpeó a Nicaragua con una nueva ronda de sanciones, en esta oportunidad apuntando a las fuerzas policiales del país.

Numerosos operadores de HRW respondieron prodigando halagos a la administración Trump. Uno de sus empleadas que previamente había trabajado con el gobierno de los Estados Unidos colocó un artículo de opinión en un medio de la derecha nicaragüense aplaudiendo las sanciones.

The Grayzone ya reportó sobre cómo HRW se unió a la Organización de Estados Americanos (OEA) para cabildear vigorosamente por la liberación de criminales violentos que participaron en el intento de golpe, usando listas de grupos de la oposición, financiada por Estados Unidos, caracterizándolos falsamente de “presos políticos”. Luego de que el gobierno sandinista cediera a la campaña de presión internacional y acordó una amnistía, uno de los que habían sido liberados apuñaló a muerte a su novia embarazada, asesinándola a sangre fría.

HRW no ha hecho ningún comentario a propósito de este escándalo, y no ha demostrado ninguna clase de arrepentimiento por sus acciones. En su lugar, el grupo de “derechos” redobló su llamado a acciones internacionales aún más agresivas contra el gobierno electo de Nicaragua.

El 17 de marzo, en el medio de la pandemia del coronavirus, una adjunta de la división de HRW Americas llamada Megan Monteleone publicó un artículo alabando las nuevas sanciones de la administración Trump contra la policía nicaragüense.

De Monteleone se señala en su biografía oficial en el sitio de HRW: “Previo a incorporarse a Human Rights Watch, trabajó como especialista en asuntos internacionales en el Departamento de Justicia de los Estados Unidos”, un ejemplo más de la puerta giratoria entre Washington y esta supuesta organización no-gubernamental.

El artículo de Monteleone fue publicado en el portal Confidencial, portavoz de la oposición de derecha de Nicaragua, fuertemente financiado por el gobierno estadounidense y en colaboración estrecha con Washington.

Confidencial ni siquiera simula parcialidad; de forma agresivamente partidista, rutinariamente se refiere al gobierno electo de Nicaragua como “régimen” y “dictadura”.

Confidencial es propiedad de Carlos Fernando Chamorro, un oligarca del clan Chamorro, la familia más poderosa de Nicaragua, que ha producido a un líder de derecha tras otro. Es el hijo de la ex presidenta Violeta Chamorro, una conservadora que llegó al poder tras la guerra terrorista y el bloqueo económico de los Estados Unidos que duró una década.

Confidencial apoyó enérgicamente el intento de golpe de 2018, actuando como el vehículo de facto de relaciones públicas para los golpistas, mientras mataban y perpetraban actos de terrorismo contra las fuerzas de seguridad del estado, activistas de izquierda, simpatizantes del sandinismo y a miembros de sus familias.

HRW se puso con firmeza del lado de la oposición violenta en el putsch de 2018. La supuesta organización de derechos culpó al gobierno de la totalidad de la violencia, blanqueando y borrando los crímenes atroces que llevaron a cabo los golpistas aliados de Washington.

El artículo de Monteleone en Confidencial fue la continuación de un ejercicio de parcialización desnuda de HRW: no mencionó ni una sola vez la ola de violencia opositora mientras declaraba que “las nuevas sanciones estadounidenses ofrecen esperanza a las víctimas que esperan por justicia”.

De hecho, HRW se abrogó el crédito de las nuevas sanciones. Monteleone señala en su artículo que “en 2019, HRW recomendó sanciones contra dos o tres de los funcionarios nombrados [en la lista de sancionados]”.

Monteleone incluso llegó a citar al gobierno estadounidense (su antiguo empleador) en su artículo, manejando las acusaciones altamente politizadas del Departamento del Tesoro como hechos incuestionables.

“Las nuevas sanciones son un paso positivo, no sólo para buscar a los responsables, sino también para ayudar a contener los abusos actuales”, escribió.

Monteleone concluyó su artículo en el medio portavoz de la oposición nicaragüense haciendo un llamado a que más países impongan más sanciones: “Es crítico que gobiernos de la región y de Europa refuercen este mensaje y continúen presionando al gobierno de Ortega adoptando sanciones dirigidas a altos funcionarios responsables por abusos en la actualidad y en el pasado”.

Confidencial tradujo el artículo al español y lo publicó junto a una caricatura política demonizando a la policía nicaragüense. Su artículo fue promovido en Twitter por el director de HRW Américas, José Vivanco, que también colabora estrechamente con fuerzas de oposición conservadoras en América Latina y avanza su agenda en la arena internacional.

Megan Monteleone Nicaragua Confidencial HRW

El 19 de marzo —luego de que miles de estadounidenses murieran de la pandemia de Covid-19, y el gobierno federal de los Estados Unidos no estaba haciendo prácticamente nada para ayudarlos— el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, elogió a la administración Trump por “imponer un mínimo de responsabilidad” con las nuevas sanciones. (Esto ocurrió una semana después de que Roth condenara a la Organización Mundial de la Salud por supuestamente ser “abiertamente adulador con China”).

El único otro artículo que Megan Monteleone tiene en su bio de HRW es otra diatriba publicada en Infobae, un portal intransigentemente de derecha basado en Argentina propiedad de un oligarca. Como los medios de oposición en Nicaragua, Infobae se refiere al gobierno electo de Nicaragua como un “régimen” y una “dictadura” en sus reportajes.

El odio obsesivo de Monteleone contra el gobierno de Nicaragua es evidente en su cuenta Twitter, donde casi todso sus tuits son posts anti-Nicaragua. Al parecer otros países de América Latina, ya no digamos del resto del mundo, no están violando derechos humanos.

Colegas de Monteleone de HRW se unieron a los elogios de las nuevas sanciones contra Nicaragua de la administración Trump, incluyendo a Emma Daly, directora adjunta de medios, y Jan Kooy, director adjunto de medios en Europa.

HRW le hace lobby a más sanciones que matan civiles en Nicaragua (y Venezuela)

Esta es lejos de ser la primera vez que HRW clamó por sanciones a Nicaragua. De hecho, el grupo de “derechos” ha cabildeado activamente a nombre de la mínima oposición de derecha.

El director para las Américas de HRW, José Miguel Vivanco, ha demostrado un sesgo descarado contra los países de izquierda de la región, junto a una obsesión por debilitar al gobierno sandinista.

En junio de 2019, Vivanco testificó ante el Congreso de los Estados Unidos, promoviendo que el cuerpo legislativo “imponga sanciones selectivas —incluyendo congelamiento de bienes— contra funcionarios de alto nivel de Nicaragua”.

En la nota de prensa oficial de su testimonio congresional, HRW claramente manifestó que “el Congreso de los Estados Unidos presionará a la rama ejecutiva para que imponga sanciones selectivas, incluyendo restricciones de viaje y congelamiento de activos, contra funcionarios de alto nivel del gobierno nicaragüense”.

Pero de ninguna manera HRW mencionó la violencia extrema perpetrada por la oposición nicaragüense en el intento de golpe, en su lugar culpando de todos los muertos y heridos al gobierno.

La organización de “derechos” también celebró las sanciones que previamente le impulso la Casa Blanca a Nicaragua, declarando en la nota de prensa que “HRW apoya la aplicación exitosa del Global Magnitsky Act en julio y diciembre de 2018, cuando el Departamento del Tesoro impuso sanciones a cinco nicaragüenses implicados en corrupción y abuso de los derechos humanos”.

HRW dio un paso más allá y urgió a los miembros del Congreso a reunirse con los líderes de la oposición: “HRW también recomienda que el Congreso: …Se reúna con frecuencia con los defensores de derechos humanos, activistas, periodistas y la oposición de Nicaragua que viene a Washington para mantener equilibrio en la comprensión de la situación en Nicaragua”, declaró el grupo.

Apenas una semana después del testimonio ante el Congreso, HRW y Vivanco revivieron sus llamados a la administración Trump a imponer sanciones a Nicaragua en un informe titulado “Mano dura en Nicaragua: tortura, maltrato y persecución a manifestantes y opositores”. El papel blanquea el intento de golpe por completo, acríticamente haciéndose eco de rumores y narrativas dudosas generadas por la oposición.

En una nueva nota de prensa que acompañaba al informe. HRW amplió su llamado a sanciones no sólo por parte del gobierno de los Estados Unidos, sino por otros gobiernos en Europa y América Latina.

“Los gobiernos de las Américas y Europa deben imponer sanciones selectivas a las máximas autoridades nicaragüenses”, escribió.

Proveyó de una lista de funcionarios del gobierno que “deberían ser sometidos a sanciones selectivas, tales como prohibiciones de viaje y congelamiento de activos”, incluyendo al presidente Daniel Ortega y a figuras de alto nivel de la policía y la seguridad. La mayoría de estos funcionarios nicaragüenses fueron sancionados por el gobierno estadounidense.

Vivanco amplificó su exigencia por más guerra económica en inglés y en español.

Vivanco: “No se puede negociar… hay que redoblar las sanciones”

Vivanco adoptó la posición más maximalista posible de la derecha latinoamericana haciéndola suya. Se opone públicamente a negociaciones con el gobierno de Nicaragua, insistiendo en que la guerra económica es la única acción posible.

En inglés, Vivanco se cuida de emplear un lenguaje aparentemente razonable. En español, sin embargo, exhibe una retórica hiperbólica familiar a la de los activistas de la derecha radical latinoamericana. En español regularmente se refiere al gobierno nicaragüense como un “régimen” y una “dictadura”, por ejemplo.

“No se puede negociar con la dictadura manchada de sangre de Ortega y Murillo”, tuiteó Vivanco en marzo de 2019. “Al contrario, hay que redoblar las sanciones”.

Unos cuantos días después, en una entrevista complaciente con el monolito de los medios corporativos, Univisión, Vivanco insistió: “El único lenguaje que entiende Daniel Ortega es el de las sanciones y la presión internacional”. (Ha repetido esta posición muchas veces).

Como Ken Roth, su jefe en Nueva York, Vivanco ocasionalmente ofrece críticas desganadas a los Estados Unidos y sus aliados. Pero su fijación en los gobiernos de izquierda bajo asedio de los Estados Unidos es claramente desproporcionada. Una revisión de la línea temporal de la cuenta Twitter del director para las Américas de HRW demuestra que dice comparativamente poco sobre Brasil, Colombia, Honduras y Bolivia; todos gobiernos autoritarios de derecha que perpetran abusos horribles a los derechos humanos. Sin embargo, Vivanco lanza exabruptos histéricos contra los líderes de Venezuela, Cuba, Nicaragua e incluso México, a diario.

Una y otra vez, en docenas de oportunidades Vivanco ha pedido sanciones para Nicaragua y Venezuela, mientras que elogia las sanciones existentes, en inglés y español.

Con frecuencia comparte opiniones línea dura de los medios de la derecha de Nicaragua. Incluso amplifica las notas de prensas de los grupos de oposición del país por Twitter, como la Alianza Cívica (apoyada por Estados Unidos), clamando por sanciones, dándole el sello de aprobación de HRW a estas fuerzas políticas de extrema derecha.

HRW y Vivanco hacen lobby por más sanciones contra Venezuela

Nicaragua no es el único país por el que HRW ha cabildeado por guerra económica.

HRW tiene una larga historia de sesgo extremo contra Venezuela y su gobierno chavista.

Con frecuencia Roth condena al presidente Nicolás Maduro de ser “autocrático”, mientras que Vivanco rutinariamente pide por la profundización de sanciones a Venezuela y sus funcionarios.

Cuando la administración Trump amplió las ya asfixiantes sanciones en septiembre de 2018, Vivanco vitoreó. “Hoy las sanciones contra el régimen de Maduro son muy reveladoras del aislamiento político del gobierno y su falta de legitimidad”, escribió.

En junio de 2019, dos meses luego de que un informe realizado por economistas respetables demostró que al menos 40.000 civiles venezolanos habían muerto debido a las sanciones, Vivanco subió la temperatura.

Repitiendo mucho de la misma retórica neoconservadora que empleó contra Nicaragua, el director de HRW Américas pidió que los gobiernos europeos le siguieran el paso a Trump.

“Las sanciones selectivas parece ser el único lenguaje que entiende Maduro. Llegó el momento para que los países europeos las impongan”, tuiteó.

En julio de 2017, la administración Trump agresivamente tomó medidas contra Venezuela, atacándola con sanciones severas.

Vivanco le dio la bienvenida al asalto económico, satanizando al presidente Maduro de “dictador”.

Vivanco incluso solía atacar a intelectuales prominentes de izquierda, como Noam Chomsky. Asumiendo la misma posición neoconservadora línea dura, Vivanco tuiteó: “La ideología ha hecho que Chomsky y sus amigos digan tonterías sobre Venezuela”.

“No hay democracia [en Venezuela]”, declaró. “El problema no es la polarización (es que el régimen oprime el disenso)”.

El funcionario de “derechos humanos” también ha redoblado en su apoyo incondicional a sanciones declarando que “las sanciones de Canadá y Estados Unidos no afectan a los pobres (sino que apuntan a funcionarios en específico)”.

Esta falacia claramente demostrable ha sido desmontada por expertos internacionales de derechos humanos con credibilidad, quienes han advertido que las sanciones internacionales evitan que Venezuela pueda importar medicina y equipos médicos, porque el gobierno está aislado del sistema financiero y no puede hacer negocios con compañías que teman ser atacadas con sanciones secundarias de Washington.

Pero la sed de destrucción contra el gobierno venezolano es tan extrema que ha atacado a expertos de derechos humanos de Naciones Unidas por negarse a repetir la línea sobre las sanciones.

Cuando en julio de 2017 la administración Trump atacó a Venezuela con sanciones asfixiantes, la acción fue tan severa que provocó una respuesta de Idriss Jazairy, relator especial de las Naciones Unidas sobre el efecto de las medidas coercitivas unilaterales.

Jazairy publicó un comunicado oficial siendo uno de los principales expertos de la ONU en materia de sanciones manifestando que “empeorarán la situación del pueblo de Venezuela, que ya está sufriendo de la inflación y la falta de acceso adecuado a alimentos y medicina”.

Estas sanciones “pueden tener un impacto devastador particularmente” en los civiles, advirtió Jazairy.

El director de HRW Américas en respuesta lanzó una pataleta, atacando al relator especial y defendiendo las sanciones.

“Tonterías”, tuiteó Vivanco. Alegando que el experto “no logra distinguir entre sanciones selectivas y generales”.

Esta preocupación por los civiles venezolanos está “ayudando a Maduro”, declaró.

En el proceso, Vivanco reveló su desvergonzada doble moral.

El gobierno venezolano arrestó al líder derechista Leopoldo López, que dirigió directamente la ola de violencia y varios intentos de golpe apoyado por los Estados Unidos contra el gobierno chavista.

Al referirse a Tarek William Saab, el fiscal general como “otro burócrata cualquiera”, Vivanco condenaba severamente el arresto.

Para el director de HRW Américas, el gobierno soberano de Venezuela no tiene el derecho de tomar medidas contra los golpistas dentro de su territorio, pero el gobierno de Estados Unidos y de los países europeos tienen todo el derecho de atacar a Venezuela con todas las formas de guerra económica.

Ensalza a Moreno, el líder represivo del Ecuador, mientras demoniza a Correa

La hipocresía de José Miguel Vivanco también quedó en evidencia cuando tuvo una reunión amistosa con Lenín Moreno, el líder represivo de Ecuador, en julio de 2019.

“Fue un honor reunirme hoy con el Presidente Lenín”, dijo, deshaciéndose en halagos por el líder apoyado por los Estados Unidos.

HRW y Vivanco tienen pocas críticas qué ofrecerle a la administración Moreno, incluso cuando sistemáticamente han arrestado, purgado y exiliado a miembros del movimiento Revolución Ciudadana, fundado por el ex presidente Rafael Correa, ahora el implacable enemigo de Moreno y su “coco” preferido.

Moreno ha apresado a muchos políticos electos democráticamente, incluyendo alcaldes y otros funcionarios de alto nivel del partido de la Revolución Ciudadana, liquidando su oposición política. Todo ese tiempo, Moreno disfrutó de un apoyo incondicional del gobierno de los Estados Unidos, que exitosamente lo alentó a finiquitar el asilo ofrecido al periodista Julian Assange entregándolo a las autoridades británicas, violando la legislación nacional e internacional.

Las fuerzas de seguridad de Moreno también han matado, herido y detenido a miles de ecuatorianos que protestaron por las reformas neolibereales que intentaron hacer que fueran aprobadas en octubre de 2019.

En vez de criticar públicamente al gobierno de Moreno en Ecuador, Vivanco lo ha elogiado. Al mismo tiempo, se ha referido al ex presidente Correa como “autoritario” sin dar explicación alguna a cómo ha violado las normas democráticas.

Como con Nicaragua y Venezuela, Vivanco ha adoptado la posición de la extrema derecha ecuatoriana. “Lenín y Correa son como el agua y el aceite”, dijo. “Uno [Correa] es un autócrata; el otro [Moreno], es un demócrata. Uno es un narcisista mesiánico; el otro, un líder que escucha”.

Para cualquier supuesta organización de derechos humanos en el planeta, una doble moral tan transparente puede causar una crisis de credibilidad fatal.

Pero para HRW, una organización apoyada por los lobbies del cambio de régimen y apoyando golpes contra gobiernos electos, la hipocresía es el resultado inevitable de complacer a Washington.